En general, la gran mayoría de nosotros nos sentimos insatisfechos en algún aspecto. Debe ser minoritaria la insatisfacción y mayoritaria la satisfacción.

Antes de nada debemos de tener en cuenta que no podemos ser perfectos en todo y que la perfección depende de los ojos con los que se miren.

La insatisfacción en si misma nos motiva a movilizarnos para alcanzar aquellos que nos hace sentir bien o realizados, lo cual es un sentimiento sano; pero cuando la insatisfacción se hace difusa y se generaliza puede llevar a distintos trastornos tales como la depresión, la anorexia o la bulimia, la ansiedad, las fobias, etc., además de caer en el perfeccionismo.

Debemos intentar cambiar aquello que no nos hace feliz, moviéndonos y actuando para llegar a alcanzar aquellos sueños que tengamos, en vez de lamentarnos y quedarnos sentados en el sofá. Todo sueño tiene un trabajo duro previo y unas recompensas incalculables.

Más acción y menos quejas.